¿Dónde está el señor Don Gato?

La primera vida de una gata siempre es un desastre.
Es el momento de aprender cómo va el mundo,
ser limpiadora,
cocinera,
lavandera,
planchadora,
recogedora,
barrendera.
La primera vida de una gata siempre consiste en ser esclava.

La segunda vida de una gata sigue siendo un desastre,
pero la gata empieza a tomar conciencia.
Es limpiadora,
cocinera,
lavandera,
planchadora,
recogedora,
barrendera.
La gata sabe que es esclava por ser gata y no gato,
sabe que eso no está bien,
pero sigue con el rabo entre las piernas y las orejas bajadas.

La tercera vida de una gata ya no es desastre,
solo es complicada.
Sigue siendo limpiadora,
cocinera,
lavandera,
planchadora,
recogedora,
barrendera.
Sigue siendo esclava.
Pero la gata maúlla, se queja y grita.
No le gusta y lo dice.
Lo dice, lo odia, lo aborrece.
Pero lo hace.

La cuarta vida de una gata es el preludio a la tormenta.
La gata está hasta los bigotes.
Se ha sentado con el culo bien puesto,
la espalda recta,
y el rabo a un lado.
El señor Don Gato está pasmado.
Ha bajado de su tejado
y no se ha roto ninguna de las siete costillas.
El señor Don Gato está enfadado porque no tiene su lata de sardinas en la mesa,
porque no le han quitado los pelos de la cama
y porque no le han limpiado la mierda del arenero.
El señor Don Gato está pasmado
mientras la gata se queda sentada toda una vida en el borde del tejado.

La quinta vida de una gata es la tormenta.
Don Gato ya no está pasmado.
Ha sacado la zarpa
y le ha roto la nariz,
dos costillas,
una pata
y la mitad del rabo.
La gata tiene cinco cardenales por cada vida que pasó a su lado.
La gata tiene un derrame en el ojo,
un diente roto
y el alma descompuesta.
Nunca pensó que pudiese doler tanto.

La sexta vida de una gata es la más dolorosa
porque se basa en lamer las heridas que dejaron todas las vidas en su cuerpo.
Consiste en limpiarse el pellejo de tanta sangre.
La gata está esperando a que le dejen de doler los huesos,
a que le crezcan las uñas,
que se le ponga recto el rabo
y que le vuelva a nacer el pelo.
En la sexta vida, la gata solo está esperando a que se le deshiele el alma.
Porque la séptima,
es
todo
fuego.

La séptima vida de una gata es la mejor de todas, la más salvaje, la más felina.
Ha salido de su tejado
y vagabundea por las calles.
Se refugia en los cubos de basura buscando pescado.
Es la femme fatale gatuna más impresionante que jamás se ha visto.
Anda con el rabo levantando,
enseña el culo,
enseña el coño,
enseña las uñas por si alguien se atreve a decirle algo subido de tono.
Mientras la gata vive su séptima vida
todo el mundo se pregunta dónde está el cuerpo del señor Don Gato.

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